Estrategias narrativas: China y Rusia en América Latina
Ambass potencias comparten una visión estratégica del mundo
Tanto China como Rusia han adquirido un rol protagónico en el escenario mundial y a través de sus narrativas lograron tener una influencia en América Latina. En el marco de la Reunión de Medio año de la SIP, tres especialistas analizan las estrategias de ambos países.
China se ha convertido en uno de los principales socios de la mayoría de los países latinoamericanos. Según el periodista y ex corresponsal en China, Juan Pablo Cardenal, esto se debe a su estrategia de poder blando que consiste en acuerdos institucionales y el programa de captación de elites.
Los acuerdos institucionales se llevan a cabo con el mundo académico, partidos políticos y medios de comunicación. El fin es monopolizar el discurso sobre la China actual y presentar una “China amable”, a la vez que silencian las críticas y los asuntos sensibles. Por otro lado, el programa de captación de elites busca identificar personas influyentes e invitarlos a China para exponerlos directamente a la propaganda del régimen. El objetivo es tener una red de aliados y neutralizar la imagen negativa que tiene el país.
A través de las estrategias narrativas, China ha logrado imponer una imagen de un país fuerte, con poder de gestión y un modelo superior al occidental. No obstante, estas narrativas se han formado en base a datos falsos y desinformación.
Durante la pandemia, por ejemplo, China comenzó una campaña de propaganda internacional para neutralizar las críticas y desligarse de la responsabilidad. Con la aparición de las vacunas, se presentó como “el país que brindaba la solución definitiva”.
“Lo relevante es que la baja eficacia de la vacuna china no afectó la narrativa de China. Fueron capaces de impulsar esa narrativa pese a que la eficacia era limitada o peor que la de otras vacunas. Esto le sirvió a China para presentarse como un modelo de gestión”, explicó Cardenal.
Algo similar ocurre con Rusia. Ludmila Gonzalez Cerulli, periodista especializada en relaciones internacionales, identificó ocho tópicos que engloban 33 narrativas diferentes, desde el punto de vista ruso, entre las cuales se encuentran:
- “Occidente organizó el Euromaidan”.
- “El gobierno de Ucrania es ilegítimo y necesita un nuevo gobierno”.
- “Crimea perteneció históricamente a Rusia y los que hablan ruso en Crimea fueron oprimidos por Ucrania y sometidos a amenazas”.
- “El referéndum de Crimea ha sido una iniciativa de Crimea y no de Rusia”.
- “El gobierno de Ucrania es una marioneta de EE.UU.”
- “Los funcionarios ucranianos son ultranacionalistas y simpatizan con el nazismo”.
- “Occidente es un enemigo que desea destruir a Rusia y que Rusia es responsable de proteger a toda la diáspora rusa”.
- “Los países occidentales temen la expansión de Rusia”.
Los medios de comunicación RT en Español y Sputnik, los cuales operan bajo la órbita estatal rusa y se dirigen a audiencias que no hablan ruso, han utilizado diferentes herramientas para posicionar estas narrativas en diferentes países.
En consecuencia, en América Latina se han registrado desinformaciones relacionadas a la guerra de Ucrania que se vinculan con las narrativas que promueve Rusia, siendo la mayor parte de ellas favorables a ese país.
¿Por qué China y Rusia son aliados?
“Rusia y China comparten objetivos y visión estratégica del mundo, que tiene que ver con la idea de poner fin a la hegemonía de occidente. Este es el elemento central que explica la relación bilateral que se ha fortalecido extraordinariamente”, comentó Nicolás de Pedro, Senior Fellow del Institute for Statecraft de Londres.
La estrecha relación entre ambos países tiene beneficios mutuos. Para Rusia, el apoyo de China garantiza que no sufrirá una derrota catastrófica, lo que es muy importante para su seguridad nacional. Por otro lado, a China le conviene mantener a Rusia alejada de Occidente para poder comprar energía, materias primas y armas a precios más bajos y con menos restricciones. Además, la distracción de Estados Unidos en conflictos en Ucrania, Siria, Libia y Sudán permite a China tener menos presión. Por último, esta alianza permite cerrar el espacio euroasiático y testear la reacción de Occidente ante movimientos agresivos de Rusia.
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