La autoridad de los periodistas frente a la IA
Nueva misión: la verificación y categorización de los datos brutos
Para Aurélie Jean, científica especializada en modelización algorítmica, aunque la inteligencia artificial representa un nuevo reto para los periodistas, puede ayudarles a hacer su trabajo aún más "preciso y pertinente". Este artículo fue originalmente publicado en francés en el diario La Croix de distribución nacional en Francia. Jean recibió entrenamiento post doctoral en el Instituto Tecnológico de Massachussettss (MIT) y también trabajó para Bloomberg,
Muchas personas, cuya visión apocalíptica se resiste a la razón y al debate metódico, nos quieren hacer creer que en la era de la inteligencia artificial (IA) la información ya no tiene ningún valor y que el periodismo y sus actores se están quedando obsoletos. Y sin embargo, analizando los problemas y retos científicos, económicos y sociales, captamos soluciones por explorar con el objetivo de construir una matriz que proteja la verdadera información y garantizar su acceso libre y generalizado. Contra todo pronóstico, los periodistas son una parte esencial de esta matriz, y su profesión se transformará inevitablemente... gracias también a la IA.
La cuestión del valor del periodismo no es reciente. Hace dos décadas, la distribución de periódicos gratuitos y luego la digitalización de la información contribuyeron en cierto modo a devaluar la prensa y debilitar a los periodistas hasta el punto de cambiar nuestra relación con la información. En 2024, recibimos noticias aparentemente gratuitas en nuestros teléfonos móviles a través de notificaciones, mientras que antes teníamos que desviarnos de nuestro camino para comprar un periódico, aunque fuera tangible. En nuestra sociedad se está produciendo un cambio de paradigma en el acceso a la información, del que la distribución de diarios gratuitos al vuelo en la calle hace veinte años era sólo una tenue señal.
Un chivo expiatorio
La IA es tanto una disciplina científica como un conjunto de métodos para modelizar un fenómeno con el fin de resolver un problema o responder a una pregunta.
Integrada en muchas de las tecnologías que utilizamos a diario para viajar, comunicarnos, cuidarnos, aprender, construir y crear, la IA se asocia ahora sistemáticamente -y de forma errónea- a las redes sociales con el fin de informarnos y expresarnos. A menudo identificada como el chivo expiatorio de todos los males de estos nuevos medios, en realidad no es más que una herramienta mal concebida y mal utilizada que apoya deliberadamente un modelo económico basado en la atención de estas plataformas. Como resultado, las noticias falsas, los contenidos transgresores y polémicos, incluidas las teorías conspirativas de todo tipo, se propagan a una velocidad vertiginosa, hasta el punto de perder el control sobre la verificación y la moderación.
Ante una dinámica tan insostenible, los periodistas tienen un papel inestimable, como nunca antes, en la recopilación, verificación, traducción inteligible y jerarquización de la información. Los periodistas deben distinguirse en cada una de estas áreas, que pueden ser asistidas, facilitadas o simplemente posibilitadas por la IA. Internet, los objetos conectados y las redes de comunicación (incluidas las redes sociales) facilitan el acceso a datos brutos sobre un acontecimiento, una población o un individuo, a menudo en tiempo real. La verificación, por su parte, puede ser asistida por modelos que cruzan datos para medir su nivel de relevancia, detectar señales débiles y fuertes de su veracidad o rastrear la precisión y eficacia de las fuentes.
La verificación, por su parte, puede ser asistida por modelos que cruzan datos para medir su nivel de relevancia, detectar señales débiles y fuertes de su veracidad o rastrear la precisión y eficacia de las fuentes.
Todos recordamos al periodista estadounidense Matt Carroll, del equipo de investigación Spotlight retratado en la gran pantalla en la película del mismo nombre, que contribuyó a desmantelar un caso mundial de pedocriminalidad en la Iglesia católica gracias al cruce a gran escala de datos sobre parroquias, sacerdotes, denuncias y víctimas, que ningún método periodístico tradicional habría podido hacer posible. El periodista jerarquiza la información destacando su importancia intrínseca, frente al enfoque jerárquico adoptado por los algoritmos de recomendación de las redes sociales, donde la viralidad es la única que decide. En este sentido, la contribución del periodista para destacar la noticia en función de su verdadera importancia es evidente.
Un desafío
Los periodistas tienen un argumento de autoridad por el que deben distinguirse más, convenciendo en vez de persuadiendo, demostrando en vez de tomando partido, en vez de precipitarse. Los periodistas deben prescribir la escala temporal de la observación y el análisis, en contraste con la IA, que proporciona datos instantáneos en bruto en lugar de información periodística validada de facto. La traducción inteligible es un diferenciador innegable para los periodistas, que tienen la capacidad de actuar como mensajeros de noticias a menudo complejas para un público a menudo heterogéneo. Esto los distingue de las redes sociales, donde cada cual traduce las noticias a su manera, o incluso las crea desde cero, utilizando su propia interpretación sin intención de causar daño (lo que se conoce como desinformación) o, en algunos casos, al servicio de una agenda personal (lo que se conoce como desinformación).
A riesgo de sorprender, la IA desafía claramente a los periodistas a hacer su trabajo aún más justo, veraz, preciso y pertinente, con el objetivo de que su labor y su papel en la sociedad sean aún más valiosos. Una sociedad que, sin periodistas, se convertiría en un mundo peligrosamente imaginado y extrapolado donde lo peor sería el punto de referencia, y la desgracia ajena; el entretenimiento. Sería el comienzo de una historia distópica sobre la que tal vez tendría que empezar a escribir...